Desde el primer momento de su vida, el bebé trata de comunicarse y ser comprendido. Cuando acaba de nacer, el bebé se tranquiliza escuchando la voz de su madre, puesto que le resulta familiar, al haberla escuchado ya desde la gestación. El contacto piel con piel nada más nacer, consigue que se forme un vínculo que se desarrollará continuamente. De esta forma, cuando el recién nacido se asusta o algo le desasosiega, expresa su inseguridad mediante el llanto, única forma de manifestar su incomodidad y desagrado. Este llanto recibe respuesta de su padre o madre que le coge en brazos, y así consigue calmarse. La piel es un vehículo de comunicación esencial en los primeros meses de vida. Cuando el resto de los sentidos aún se están perfeccionando, es el sentido del tacto el más desarrollado y el que activa numerosos reflejos del recién nacido.
¿Por qué masaje infantil?
Si este primer contacto del que hablábamos no se ha podido producir, a través del masaje podemos propiciar de nuevo la formación de ese vínculo, y si por el contrario sí que se produjo en las primeras horas de vida del bebé, el masaje infantil es un medio para continuar esta experiencia que tantos beneficios le aporta. Mediante el masaje infantil podemos conocer las señales del bebé, identificar sus diferentes estados, y descubrir las diferentes maneras que tiene de comunicase y manifestarse, pudiendo incluso anticiparnos al llanto. El masaje infantil tiene numerosos beneficios fisiológicos, emocionales y sociales. Es toda una experiencia, tanto para el bebé como para los padres.
“ese instante de relajación e intercomunicación es un regalo para él y para ti”
Mediante el masaje infantil, fomentamos un vínculo único que se desarrollará durante toda la vida, puesto que esta forma tan íntima y estrecha de comunicarse con el bebé, hace que éste se sienta atendido, escuchado y respetado. De la misma forma que cuando algún familiar o amigo a quien queremos nos muestra tristeza o dolor, nosotros le escuchamos y le ayudamos, aunque a veces sólo podamos estar ahí acompañando, el bebé, que además carece de la opción de comunicarse oralmente, merece ser escuchado y acompañado.